Yulia Dibrovska Chorna
Estamos “enganchados”
Hay una razón por la que empezamos el año escolar con ganas de conseguir nuestras metas y terminamos ahogándonos en la rutina, procrastinando y literalmente, perdiendo el tiempo.
Perdemos el foco. Nuestra gasolina que nos impulsa hacia adelante y nos ayuda a hacer las tareas que nos acercan hacia el éxito.
Todos luchan por nuestra atención.
Todos claman, aunque sean unos segundos, nuestro valioso tiempo: notificaciones, llamadas, mensajes, avisos, actualizaciones, correos electrónicos. Ruido, mucho ruido.
Empezamos el día con ganas de avanzar, de prosperar, de comernos el mundo. Nos decimos que mañana sí que empezaremos a trabajar en nuestros proyectos, que tanto tiempo llevamos posponiendo, pero acabamos cada día con la sensación de haber perdido el tiempo. Ni siquiera podemos justificarlo, simplemente procrastinamos demasiado.
La dopamina y su exceso
Las nuevas tecnologías y las redes sociales no solo nos mantienen pendientes de lo que pasa, tienen una respuesta fisiológica en nuestro cuerpo que les ayuda a mantenernos adictos a sus productos.
Vivimos rodeados de estímulos que nos roban la concentración y nos ofrecen una golosina inmediata: la segregación de dopamina.
¿Qué es eso?
La dopamina es un neurotransmisor, una sustancia química que se produce en nuestro cerebro y afecta nuestras emociones. Cuando nos ocurre algo placentero (desde comer nuestra comida favorita hasta abrazar a un ser querido) esta sustancia se libera en nuestro cerebro y nos hace sentir muy bien.
Y ¿qué pasa cuando algo nos hace sentir bien? Pues que queremos más de eso. Por eso la dopamina forma parte del sistema de recompensa en nuestro organismo. Queremos hacer más cosas de las que nos producen placer.
Pero no solo eso. La dopamina es tan importante que interviene en nuestra capacidad de concentración, toma de decisiones, regulación del apetito y de las emociones.
Ahora que sabes cómo interviene la dopamina, quizás entiendas mejor el efecto que producen en ti las redes sociales y las nuevas tecnologías.
Quién se aprovecha de nuestra dopamina
El otro día hablaba con mis padres de 68 años y se explicaban el uno al otro cómo funciona el algoritmo de las recomendaciones en las redes sociales.
“Cuanto más veas algo, más te lo mostrarán porque significa que te gusta y quedarás más tiempo viéndolo”, decía mi madre. Ahí está la clave, el tiempo.
Si mis padres de casi 70 años se han dado cuenta, es obvio que la prioridad máxima de cualquier plataforma es tenernos “enganchados” todo lo posible. Para conseguirlo, provocarán descargas de dopamina mostrándote lo que más te guste: vídeos de gatitos, recetas paso a paso o vídeos cortos de autoayuda. Te estudian y te conocen bien.
Cuando recibes un “me gusta” segregas dopamina, cuando ves un comentario positivo, igual, cuando ves algo divertido, más de lo mismo.
El efecto y la recompensa son inmediatos. ¿Quién no quiere recibir un poco de placer con el mínimo esfuerzo?
Entramos un momento a revisar una notificación y cuando queremos darnos cuenta ya ha pasado media hora.
¿Te ocurre también?
El tiempo se fue volando y cuando te percatas de ello te sientes mal, culpable y quieres centrarte en lo que de verdad debes hacer. El problema es que no puedes. Tu cerebro sobre estimulado sigue en el modo de “mono saltarín” que sigue yéndose por las ramas de la desconcentración en vez de prestar toda la atención a lo que tienes por delante.
Es hora de hacer detox
De la misma manera que hacemos detox para limpiar nuestro cuerpo de sustancias nocivas y purificamos nuestro organismo, es necesario hacer un detox de dopamina para recobrar las riendas de nuestra vida.
Se trata de reducir el exceso de estímulos a los que estamos expuestos, desde que abrimos los ojos hasta que los cerramos.
¿Quieres volver a recuperar tu concentración y por fin ir a por tus metas este nuevo curso que empieza?
Toma nota de estos sencillos consejos que te ayudarán a bajar la dependencia de los estímulos.
- Limita el uso del móvil. Desactiva las notificaciones y obsérvate. Qué aplicaciones te meten en el embudo y te hacen perder más tiempo. Algunos móviles pueden analizar tu uso del móvil y establecer límites horarios o restricción de tiempo para cada aplicación.
- Abúrrete. Sí, como lo lees. ¿Qué hacemos cuando estamos esperando o no tenemos nada que hacer? Sacamos el móvil y nos perdemos. En vez de eso, permítete momentos de inactividad, soñando, procesando emociones o medita para reconectar contigo.
- Haz las cosas de forma consciente. Si cocinas, huele los ingredientes y analiza cómo son al tacto. Si lees, pasa los dedos por las hojas y nota su aspereza. Si lavas la ropa o los platos, piensa en la sensación del agua mojando tu piel.
- Huye de la tecnología. Sal a pasear a tu parque favorito y desconecta de todo tipo de pantallas. Ve a la playa a escuchar el sonido de las olas. Te darás cuenta de cuántas veces intentarás coger el móvil solo para darte cuenta de que no lo llevas. Lo hacemos de forma inconsciente.
Para que tu cerebro no dependa de recompensas rápidas puedes practicar la paciencia y aquellas actividades que la requieran. Aprende un nuevo idioma, planifica a largo plazo, haz listas de deseos y viajes que quieres hacer.
También puedes elaborar tu propio plan, nadie te conoce mejor que tú. Para terminar, te cuento mis propios pasos:
- No leer noticias ni notificaciones en la primera hora después de levantarme
- No llevar el móvil cuando me voy a la playa o a la naturaleza
- Meditar, colorear mandalas y aburrirme un poco para reflexionar en lo que me preocupa o genera ansiedad
- No abrir redes sociales ni aplicaciones de entretenimiento al menos una hora antes de dormir
¿Ya sabes cómo harás tu propio detox de dopamina?