Yulia Dibrovska Chorna
Una nueva perspectiva
Hace tan solo dos décadas, la visita al psicólogo estaba reservada a los casos más graves o los pacientes más atrevidos. Solo pensar en que al psicólogo lo llamaban “loquero” dice mucho de la percepción que se tenía de este tipo de terapia.
A menos que tocaras fondo y ya no pudieras seguir con tu vida, no te planteabas acudir a un psicólogo. En muchos casos significaba enfrentarte al aislamiento y juicio social, distanciamiento de amistades y compañeros de trabajo o incluso un despido silencioso. Una persona que acudía al psicólogo podía ser considerada “débil” o “inestable”.
En cuanto a las opciones que había para iniciar una terapia psicológica, tampoco se contaba con las mismas posibilidades de hoy en día porque el enfoque era distinto. Los psicólogos se enfocaban en casos más graves y no se planteaban tanto la psicología como una variable más de la salud integral de una persona. El bienestar emocional no era una prioridad.
Desde entonces, la conciencia pública se ha ido enfrentando cada vez más a fenómenos como depresión, ansiedad o el estrés en su vida cotidiana. Todos estos males agravados por nuestro ritmo de vida desbocado han impulsado la búsqueda de información y la apertura de mente hacia nuevas herramientas.
Cada vez somos más conscientes de la importancia del bienestar emocional y psicológico para poder disfrutar del resto de los aspectos de nuestra vida. La psicoterapia es útil para cualquier persona que quiera gestionar el estrés, mejorar sus relaciones interpersonales o, simplemente, conocerse mejor a sí misma. No se trata solo de tratar enfermedades mentales, sino también de fomentar el crecimiento personal y el desarrollo emocional. En definitiva, ser más felices con los recursos disponibles.
De servicio exclusivo a práctica cotidiana
Para muchos la terapia psicológica aún tiene la imagen de un servicio muy caro y exclusivo que se pueden permitir solo minorías. Si bien era cierto hace varias décadas, hoy en día, tanto una mayor concienciación de los servicios públicos hacia la salud mental, como del sector privado, al detectar mayor demanda, ponen cada vez más medios para que la terapia psicológica llegue a más y más personas que la necesitan.
Los hospitales públicos contratan un mayor número de psicólogos al no dar abasto con la demanda existente y el descontento con las largas listas de espera. Mientras que los seguros de salud privados incluyen entre 15 y 20 sesiones al año con un psicólogo dentro de su cuadro médico.
Esto propicia que cada vez más personas se decidan a darle una oportunidad a la terapia psicológica sin esperar a tocar “el fondo” como se hacía antes. Cada vez son más las personas que dan el paso cuando toman consciencia de que no están viviendo una vida plena a pesar de tener la agenda saturada de actividades y estar rodeados de personas todo el día. Ahora sabemos que estar acompañado no necesariamente te hace sentirte menos solo y que lo que lleva una persona dentro no tiene por qué reflejar lo que proyecta ni lo que publica en sus redes sociales. Estamos más expuestos y menos visibles como seres humanos que nunca.
No obstante, si podemos destacar alguna parte positiva de la hiperconexión actual es que ahora ni siquiera tenemos que salir de casa para ir a terapia. Muchísimas personas realizan sus consultas y sesiones online, directamente desde la comodidad de sus hogares. Para muchos esto ha supuesto un acercamiento más suave y menos incómodo que acudir presencialmente a una consulta.
Espacio de crecimiento
Acudir a terapia no es solo sentarse a hablar de los problemas y traumas para desahogarse y así sentirse mejor. Se trata de verdaderos espacios de crecimiento donde poder aprender herramientas y técnicas prácticas para gestionar emociones, tomar decisiones, resolver conflictos internos y externos, y establecer objetivos. El objetivo es encontrar soluciones y desarrollar habilidades para llevar una vida más plena.
Reconocer que necesitamos apoyo, que queremos mejorar nuestra salud emocional y trabajar en nuestra felicidad es un paso fuerte hacia el bienestar. En lugar de ser un signo de debilidad, es una muestra de coraje y autocuidado. Apostar por uno mismo es el primer paso para poder crecer como persona y llenarse de recursos necesarios para poder dar lo mejor de nosotros a nuestros seres queridos.
La terapia nos da un espacio seguro para reflexionar sobre nuestras emociones, pensamientos y comportamientos. Este proceso fomenta un conocimiento más profundo de quiénes somos, permitiéndonos identificar patrones, creencias limitantes y áreas de mejora. Podemos estar observando como nada sale bien a nuestro alrededor y en realidad estar saboteando todo aquello por lo que trabajamos. Gracias a la terapia identificamos esas actitudes, pensamientos y acciones que, en vez de acercarnos hacia donde queremos estar, nos alejan más y más sin que seamos conscientes de ello.
El trabajo en terapia frecuentemente incluye explorar patrones de comunicación y vínculos con los demás. Esto puede llevarnos a conseguir relaciones más auténticas, satisfactorias y equilibradas, tanto a nivel personal como profesional. Podemos aprender a seleccionar mejor a quien le dejamos entrar en nuestra vida, qué poder les damos a los demás sobre nuestros sentimientos y potenciar aquellas relaciones que nos fortalecen y hacen más felices.
Si aún te estás planteando si puede ser beneficioso darle una oportunidad a la terapia psicológica, espero que leer esto te haya ayudado a dejar atrás estereotipos y mitos que no son ciertos. Apuesta por ti, por tu salud integral y cuídate para ser feliz con los que te rodean y dar lo mejor de ti a quien elijas.