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Crea tu oasis de paz en medio de la tormenta diaria

Yulia Dibrovska Chorna

La maratón del día a día

Cada vez vivimos más saturados, sin tiempo, con mil tareas y cosas por hacer, sin levantar la cabeza de nuestros quehaceres diarios. ¡Qué difícil es encontrar un poco de calma entre tanto agobio!

Madrugar para trabajar, intentar hacer lo máximo posible mientras cae un aluvión de emails y llamadas, después del trabajo intentar hacer cosas que se han acumulado y correr, correr, correr. Trabajo, estudios, hijos. Cada uno tiene una parcela que es la que lo eclipsa todo, robándonos, a veces, la sensación de «vivir» y no simplemente estar en constante modo «multitarea”.

El cortisol es nuestro amigo cotidiano, el que nos susurra que no llegamos, que se nos escapan cosas, que no hacemos las cosas con la suficiente rapidez, que no hemos revisado el móvil por enésima vez por si había algo importante.

Así no hay quien viva, ¿verdad? Si las vacaciones o una escapada no son una opción ahora mismo, no te desanimes. Puedes crear tus pequeños momentos de descanso cada día que harán una gran diferencia en tu bienestar, tu salud física y emocional.

Imagen de una mujer cansada trabajando con el ordenador

Parar para poder seguir

He descubierto hace años que necesitaba tener unos momentos de recarga, unos rituales de relajación con los que combatir el estrés, el agobio, la ansiedad. La época de los exámenes, una mala racha en lo personal, el trabajo que en vez de 8 horas está 18 horas en tu cabeza o simplemente un estado anímico depresivo en el que te cuestionas estar yendo hacia alguna parte siquiera. A veces tenía la sensación de tener el cerebro echando humo a todas horas.

¿Alguna vez te ha pasado algo así?

Si sientes que se te va la vida en mil tareas, pero en lo más profundo sientes insatisfacción a pesar de hacer tantas cosas, es hora de parar y crear un plan que te ayude a descansar en cuerpo y alma.

Crear pequeños rituales que te conecten con el presente es una de las formas más sencillas de encontrar paz en medio del caos. Algo tan sencillo como preparar una taza de té y disfrutarla sin distracciones, escuchar una canción que te relaje, o leer unas páginas de un libro que te inspire, pueden convertirse en anclas que te devuelvan a un estado de serenidad.

Hoy te quiero compartir algunos de los que me funcionan a mí, pero te invito a probar y a descubrir lo que más te “recarga las pilas” y te llena de paz. Cada persona es diferente y conocerse a uno mismo es de las lecciones más valiosas.

Rituales llenos de calma

  • Ambiente relajante. Quédate a solas o ve a otra habitación. Intenta apagar todas las luces fuertes dejando solo aquellas que son cálidas y tenues. Yo personalmente prefiero encender unos velones o varias velitas pequeñas distribuidas por la habitación. Busca con el móvil en Youtube el canal de música relax «YellowBrickCinema». Todos sus vídeos duran horas y no tendrás que distraerte cambiando de canción. Te recomiendo poner el móvil boca abajo para no ver la luz de la pantalla (si pones Youtube no puedes bloquear el móvil sin que deje de sonar la música). Durante ese tiempo se trata de «vaciar» la mente, no estar dándole vueltas a lo que has hecho, lo que te queda por hacer o reviviendo el problema que tuviste en el trabajo. En invierno adapto este ritual al cuarto de baño y me tomo una ducha calentita rodeada de velas con la misma música relajante.
Imagen de una mujer sentada meditando con unas velas y baritas aromáticas
  • Un buen libro. He tenido momentos duros en mi vida en los que abstraerme con un libro fue de gran ayuda. Te hace «abandonar» por un tiempo tu vida, tus problemas y meterte en otro mundo. Intenta elegir un libro positivo o al menos con un final feliz. Es muy improbable que aquellos libros que terminan con la muerte de todos los personajes en medio de terribles sufrimientos puedan transmitirte el mensaje de que todo va a salir bien (por mucho que te guste la novela negra).

Si puedes, elige un lugar tranquilo en casa, donde estés a gusto o puedes ir a un parque poco concurrido y leer escuchando de fondo a los pajaritos y el suave susurro de las hojas al viento. Es una experiencia muy relajante.

  • Ejercicio físico. No tiene por qué ser una hora de machaque en el gimnasio. Puede ser un paseo por la playa o el parque, pero mantente alejado del centro de la ciudad, las tiendas o los barrios de negocios, donde uno tiende a sentirse una hormiguita insignificante a la que nadie le presta atención.

Haciendo ejercicio me siento más dueña de mi vida, que yo controlo lo que hago y que tengo poder sobre mis decisiones. Un pensamiento alegre si como yo, tantas veces, te sientes una víctima de las circunstancias a las que siempre tienes que amoldarte.

  • Pensamiento positivo. Parece algo muy obvio, pero bastante difícil de dominar. Muchas veces nos hundimos a nosotros mismos sin la necesidad de que venga alguien de fuera a hacer la tarea. Seguro que alguna vez te has dicho cosas como: «no lo voy a conseguir», «yo no sirvo para esto», «esto me supera», «voy a fracasar», «decepcionaré a la gente que cree en mí» y un largo etc. A pesar de ser solo pensamientos, en realidad son frenos en nuestra propia cabeza que nos hacen dudar y tener miedo a la hora de intentar conseguir cosas, como si tuviéramos un chip instalado que desde el primer momento nos anunciara que nada va a salir bien y es mejor no emprender cualquiera que sea tu propósito. Así que hay que combatir esos pensamientos negativos y cambiarlos por «lo voy a conseguir», «si no lo consigo al menos sabré que lo he intentado», «todo saldrá de la mejor manera posible», «venga, que yo puedo».
  • Buscar la naturaleza. Sí, a todos nos gusta viajar, pero también es una experiencia estresante y seguro que estarás de acuerdo que hay poco de relax en levantarte de madrugada e ir al aeropuerto varias horas antes del vuelo, rezar por que tu maleta no pese o mida más de lo permitido, desnudarte y descalzarte en los controles, volar durante horas en la misma postura y con colas para ir al baño.

Cuantas más horas y más tipos de transporte tengas que coger más te vas a estresar por los horarios, qué parada es la tuya, etc. Si llevas una temporada que no paras, lo mejor no es ese tipo de viajes sino algo más sencillo, como montarte en el coche y perderte por las montañas, ir a zonas rurales donde poder estar lejos de tanta tecnología y agobios, salir a dar largos paseos sin tener ninguna prisa, comer comida más sana y procedente de la misma tierra en la que te ubicas. Esa es una escapada «sanadora” durante la cual recargarás tus pilas al 100%.

La buena noticia es que ni siquiera tiene que ser una escapada, puedes hacerlo antes o después de ir a trabajar, llevar merienda y a tus peques, cambiar tu cafetería de siempre y charlar con una amiga paseando por el monte.

  • Tiempo de calidad con amigos y familia. En medio de nuestra ajetreada vida muchas veces nos olvidamos del bien que nos hace pasar una tarde entre amigos o ir a visitar a la familia. Además de las risas, las historias y los buenos momentos, las personas que nos quieren con sinceridad nos hacen recordar que nos van a querer y apreciar, aunque suspendamos una asignatura, aunque no saquemos la plaza en esa oposición, aunque nos vaya mal en el trabajo. A veces con eso basta para volver a encontrar el norte.

A veces, basta con transformar pequeñas partes de nuestro día para crear nuestro propio oasis en medio de la tormenta. Estos momentos de desconexión consciente, por más breves que sean, pueden hacer que nuestra rutina sea más llevadera y nuestro bienestar más sostenible a largo plazo. Así que, la próxima vez que sientas el peso del día, recuerda que el descanso puede estar más cerca de lo que piensas. Solo necesitas una cosa.

Darte el permiso de encontrarlo.

 

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