Yulia Dibrovska Chorna
La era digital
El mundo ha cambiado a paso agigantado y en muy poco tiempo. No ha habido ninguna época que conllevara tanta transformación en un período de tiempo tan corto. Frente a eso podemos tener dos actitudes: congratularnos por el progreso o temer por nuestro futuro. Estamos corriendo una maratón, pero… ¿Hacia dónde?
La tecnología ha transformado la forma en la que cocinamos, cuidamos de nuestros seres queridos, nos comunicamos entre nosotros, operamos en nuestra banca y limpiamos la casa.
Si hace 20 años algunas de las soluciones que usamos a diario eran de pura ciencia ficción, ya no nos llaman ni la atención, las aceptamos como norma.
La evolución progresa hacia la comodidad del ser humano: más velocidad, menos implicación humana con la automatización, robots que limpian y cocinan, inteligencia artificial que nos acelera el acceso a diferentes tipos de conocimiento.
¿Nos estamos volviendo más eficaces o más dependientes de las soluciones tecnológicas que nosotros mismos hemos creado?
Mientras unos miran con esperanza hacia una salud más digitalizada, donde las enfermedades se puedan prevenir y trabajar desde antes de aparecer. Un mundo con unas energías más limpias y eficaces que no pongan en peligro el ecosistema del que depende toda la humanidad. Otros son muy conscientes de los peligros a los que nos tendremos que enfrentar en un mundo cada vez más desigual y peligroso.
Las oportunidades del futuro
El ser humano es inconformista por naturaleza. Nunca estamos contentos con cómo o dónde estamos por mucho tiempo. Necesitamos plantearnos nuevos retos, desafíos, horizontes que alcanzar.
Es por ello que el límite nunca se queda inamovible por mucho tiempo. Hemos llegado a la Luna, hemos descubierto los antibióticos y podemos conectar con una persona que está al otro lado del mundo en cuestión de segundos.
Hoy en día muchos científicos, médicos y programadores se rompen los sesos por descubrir mejores y más eficaces formas de hacer su trabajo. Gracias a ellos el mundo puede ser un lugar mejor de lo que es hoy en día.
- El acceso al conocimiento
Piensa en esta situación. Estás tomando café con una amiga y se le plantea una duda sobre algo. ¿Qué haréis?
Lo más probable es que consultéis con Google, con ChatGPT o con Siri.
Hace tan solo unas décadas tendrías que contactar con una persona que estuviera familiarizada con el tema de vuestra consulta o que fuerais a la biblioteca a buscar referencias.
Las grandes colecciones de enciclopedias se han convertido en elementos decorativos. Necesitamos el conocimiento al instante, con cuantos menos clics mejor. Ya no está reservado a unos pocos, está al alcance del que lo busque.
- La salud en el siglo XXI
El cuidado de las personas y la lucha contra las enfermedades no ha quedado en el siglo pasado. Muchas de las enfermedades que mataban a millones han desaparecido o tienen una incidencia ínfima gracias a las vacunas y nuevos tratamientos. La tecnología ayuda en los ensayos clínicos, acelera los resultados necesarios y trabaja en una dirección nueva: la salud preventiva. Ya no tenemos por qué esperar a que aparezcan ciertas enfermedades si sabemos que tenemos predisposición genética a ellas. Podemos trabajar en que no se activen nunca los genes responsables o atrasar el proceso todo lo que sea posible.
- La comunicación en la era digital
Hace tan solo una década nuestro internet aún era muy deficiente y llegaba a pocos hogares. Hoy en día todos llevamos un smartphone y mil opciones para comunicarnos entre nosotros: chats de mensajes, video y audio llamadas por internet, redes sociales, blogs, etc. Podemos apoyar emocionalmente a un amigo que vive en otra ciudad u otro país en el instante preciso que lo necesita. Las noticias ya no viajan con cartas que tardan semanas en caer en nuestro buzón.
- Una nueva forma de productividad
Podemos ser más eficaces y efectivos en nuestro trabajo con las herramientas que tenemos a nuestro alcance para aumentar nuestra productividad. La relación con los clientes y proveedores, las soluciones y las entregas, todo ha acelerado el viaje desde el punto de producción hasta el disfrute o uso.
Tardamos cada vez menos y generamos cada vez más.
El escenario menos positivo
El mundo ha evolucionado mucho. El ser humano, pues no tanto.
Sigue habiendo guerras imperialistas y crueles. El dinero y el poder es la fuerza que mueve el mundo. Los regímenes totalitarios y discriminatorios proliferan. El desequilibrio entre los que tienen acceso a las nuevas soluciones tecnológicas y los que no, es cada vez más patente. Si una herramienta más poderosa que todo lo conocido hasta ahora cae en manos de una persona psicópata, ¿qué será de todos nosotros?
- La exposición
Nuestros datos personales se han convertido en un bien muy valioso y buscado por vía legal e ilegal. Las grandes corporaciones necesitan analizar nuestra huella digital y nuestra conducta online para aprender de nuestros gustos y comportamientos para aumentar sus ventas. Los hackers internacionales roban bases de datos con nuestra información personal para venderlas en la deep web (el internet sumergido) y así exponernos a estafas y robos.
- La salud mental a prueba
Nuestras vidas están sometidas a juicio constante, incluso por personas que no nos conocen. Las redes sociales han abierto una puerta a nuestros espacios más íntimos a los que muchas veces damos acceso sin ser del todo conscientes del peligro que puede suponer. Se ha definido incluso un nuevo concepto en la salud mental: ansiedad digital. Estamos deseando agradar y caer bien a todos en las redes. La crítica, los insultos y los ataques a nuestra persona se dan de forma muy fácil porque hay menos sensibilidad y sentido de responsabilidad cuando todos se esconden detrás de un nombre de usuario y una pantalla.
- La falsedad de lo real
Cada vez es más difícil confiar en lo que vemos o leemos en internet. Hay mucha manipulación y existen verdaderas fábricas de bots que se dedican a publicar información, fake news y comentarios con la intención de manipular la opinión pública. Incluso a escala muy reducida vemos cómo afecta sobre todo a los adolescentes ver cómo sus conocidos publican sus vidas “perfectas” cuando en realidad no es más que una fachada.
- La nueva droga
La adicción al móvil es real y la vemos cada día. La pareja que está sentada al lado cada uno en su teléfono sin hablar siquiera. Los niños que cogen una rabieta increíble cuando les quitas la pantalla. Todos nosotros mirando la pantalla del móvil a cada rato, aunque no haya sonado ninguna notificación.
El móvil es lo primero que cogemos al despertarnos. Es lo último que revisamos cuando nos vamos a dormir.
Ahora las notificaciones nos llegan a nuestro ordenador, a nuestro televisor, a nuestro reloj.
Estamos literalmente enganchados cuando ponemos nuestro terminal a cargar y nos quedamos unidos por ese cable de la pared sin soltar el móvil de la mano.
El equilibrio es la clave
Cualquier herramienta puede ser una ayuda inestimable o un arma de destrucción según quién tenga acceso a ella.
La solución al pesimismo está en buscar un equilibrio sano y poner medios de seguridad para protegernos a nosotros y a nuestros seres queridos de los posibles malos usos de las nuevas tecnologías.
Las autoridades deben velar no solo por el progreso, sino también por la paz y la seguridad de sus ciudadanos, controlando las iniciativas privadas que puedan estar más interesadas en rentabilidad económica y un crecimiento menos sostenible.
Miremos al futuro con esperanza, pero nunca bajemos la guardia. Nuestro destino está en nuestras manos.