Yulia Dibrovska Chorna
La hipótesis Gaia formulada en 1969 por James Lovelock afirma que todo lo vivo en el planeta está relacionado entre sí. La atmósfera, la biosfera, la salinidad de los océanos, todo se regula y se optimiza para mantener el tesoro más preciado, la vida.
En nuestro afán por entender las cosas y aprovecharlas para nuestro beneficio, nos hemos ido distanciando de la naturaleza, apagando la voz interior que nos une con el resto de los seres y elementos.
Como consecuencia de nuestra desconexión aparece la incomprensión, la arrogancia y la superioridad que sentimos frente a otros seres vivos, incluso de nuestra propia especie.
El conocimiento, la ciencia, el progreso, deben ir encaminados a no solo mejorar nuestra calidad de vida, sino también asegurar nuestra supervivencia en el planeta como especie, junto al resto de los ecosistemas existentes.
Cuando logramos salir de nosotros mismos, reconectamos con el vibrante mundo que nos rodea y del que formamos una parte indivisible. Curiosamente, cuando salimos de nosotros mismos conseguimos hallar nuestro propósito y la paz personal.
La paz y el papel de la ciencia
La paz no es solo ausencia de guerra. Es un estado de armonía y equilibrio a todos los niveles, desde el plano personal de cada persona hasta el conjunto de la sociedad y más allá.
Un equilibrio muy frágil y donde la ciencia puede jugar un papel fundamental, ofreciendo conocimiento para resolver los conflictos, descubrimientos que ayuden a preservar nuestro mundo y conseguir la paz personal de las personas, haciéndonos a todos más felices y plenos.
La ciencia ya ha conseguido unir a la humanidad en muchas ocasiones, por ejemplo, gracias a la medicina. Las vacunas han traspasado todas las barreras nacionales para llegar a los lugares más recónditos del planeta, salvando innumerables vidas sin importar su idioma, cultura o sistema político.
Podemos cruzar fronteras gracias a los avances científicos y ayudar a otros a tener una vida más plena.
- El campo tecnológico
Estamos viendo cómo los avances tecnológicos transforman nuestra vida en meses sin la necesidad de esperar décadas para su implementación. La tecnología nos puede ayudar a ser más respetuosos con nuestro entorno, encontrar maneras menos contaminantes de producir todo lo que necesitamos y exportar nuestro conocimiento a otros.
La Inteligencia Artificial puede ser un aliado para optimizar procesos, automatizar tareas y predecir patrones al analizar una cantidad increíble de datos en poco tiempo.
Las personas podremos centrarnos en aquello que ninguna máquina puede hacer: ser personas, empatizar, dar apoyo emocional.
- Los desafíos medioambientales
El planeta está sufriendo cambios derivados de la actividad del ser humano. Algunas especies desaparecen, otras están amenazadas o se ven forzadas a cambiar sus hábitos o lugares de residencia.
El propio ser humano está notando las consecuencias de los cambios climáticos que se están produciendo en diferentes regiones del planeta.
Estos peligros globales deben reunir a todos los países para, a través de la ciencia, buscar nuevas salidas, dejar atrás las prácticas perjudiciales y hallar las alternativas sostenibles.
Algunos estudios dicen que las guerras del futuro serán por los recursos energéticos. Todos podemos trabajar para que ese futuro sombrío nunca llegue.
- Educación científica como vehículo de la paz
Enseñar las causas y consecuencias de nuestros actos, ayudar a los alumnos a desarrollar el pensamiento crítico y a buscar a través de la ciencia nuevas soluciones a los problemas presentes y futuros es la clave.
El deseo de cambiar las cosas puede nacer en nuestra infancia e impulsarnos a buscar las formas correctas para conseguir nuestros propósitos.
La semilla de la paz y el trabajo por alcanzar el equilibrio empieza en los primeros años de vida de las personas.
- El bienestar individual como el primer paso
Nadie da de lo que no tiene. Para trabajar por la paz del mundo, primero debemos hallarla en nuestro propio interior.
Gestionar el estrés, resolver conflictos interpersonales, establecer y desarrollar relaciones sanas y edificantes con otras personas, son algunas de las metas que debemos ponernos para alcanzar nuestro equilibrio personal.
La ciencia nos ha brindado pruebas claras de los beneficios de prácticas como meditación, el ejercicio físico, baños de bosques, etc., aunque en nuestro interior ya sentíamos que nos aportaban mucho.
- Ciencia, tecnología y sociedad
La relación entre ciencia, tecnología y sociedad es intrínseca a la paz.
Un enfoque consciente y ético de la ciencia y la tecnología es esencial para garantizar que contribuyan a la paz y al bienestar de todos.
Estamos viviendo el auge de la Inteligencia Artificial, las nuevas posibilidades de clonación y gestación sin la participación humana, nos plantean muchos desafíos éticos.
Debemos volver a las preguntas ancestrales de quiénes somos y a dónde vamos.
¿Cómo es el mundo que queremos dejar como legado?
Os invitamos a esta reflexión y a escribirnos vuestras propuestas para contribuir a la paz y equilibrio mundial y personal.