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Reconecta con la naturaleza sin salir de la ciudad

Yulia Dibrovska Chorna

Somos naturaleza

En las últimas décadas, hemos estado abandonando los pueblos y entornos más rurales para mudarnos a las grandes urbes. Algunas de las razones de esta tendencia han sido la búsqueda de mejores oportunidades laborales, mayor oferta cultural en las grandes ciudades o acceso a centros médicos mejor valorados.

Sin embargo, la vida ajetreada de las urbes, peor calidad de aire y mayor exposición al estrés pasan factura a todos sus habitantes. En nuestro afán de conseguir más cosas y estar en el centro de toda acción, se nos olvida mirar hacia dentro, hacia nuestro interior.

Rodeados de edificios, el ruido del transporte, las prisas por acortar distancias largas nos alejan cada vez más de lo que somos, parte de la naturaleza.

Imagen de un paso de peatones concurrido de un centro urbano

Atrapados por la tecnología, hemos desconectado de nuestro ser y todo nuestro interior clama volver a encontrarse con nuestro entorno natural: espacios abiertos, cielos infinitos, bosques llenos de aromas, caricias de las olas marinas, el tacto de la arena.

Nuestra salud física y mental depende de que sepamos encontrar nuestra fuente, de reconectar con ella y cargar nuestra pila emocional y fisiológica.

Abre tus ojos y empieza la búsqueda

A veces (muchas veces) esperamos a tener vacaciones, puentes o escapadas para poder estar en la naturaleza, respirar aire puro y descansar en cuerpo y en espíritu. Son planes estupendos, pero no son suficientes para estar en equilibrio y disfrutar de los beneficios de la naturaleza en nuestra salud.

¿Qué hacer si no es posible salir de la ciudad con frecuencia?

  • Explora

Cualquier ciudad por pequeña o grande que sea tiene parques y rincones verdes. Puedes buscar esos lugares en un mapa, en internet o solicitar un listado a tu ayuntamiento. ¿Lo siguiente? Visitarlos uno a uno para dar con tus espacios favoritos. Mantén una mente abierta. Dependiendo de dónde vivas, el entorno será diferente. En algunas ciudades serán parques enormes llenos de árboles frondosos y en otros tan solo unas placetas con unas cuantas palmeras. “Observar nos lleva a un juicio, contemplar, no”. No observes desde un sentido estrictamente estético, contempla con el corazón. Tan solo debe ser un lugar con elementos naturales que te transmitan paz y bienestar: un parque, un conjunto de árboles, una fuente con agua, playa, un espacio abierto sin edificios altos alrededor…

Imagen de un paseo urbano cerca de un parque con personas montando bicicletas
  • Experimenta

 ¡Enhorabuena! Ya has encontrado tu paraíso urbano. ¿Ahora cómo aprovechar su potencial? No basta con mirarlo unos minutos y seguir tu camino, debes integrarte en su entorno. Siéntate en un banco, debajo de un árbol o en la orilla. Cierra un momento los ojos y observa qué sonidos te llegan. ¿Escuchas el canto de un pájaro? ¿El murmullo del agua? ¿El sonido de las hojas al viento? Ahora abre los ojos y céntrate en colores y texturas que te rodean. Toma consciencia de cada elemento que te tienes cerca.

  • Visita

Si tu ciudad tiene un parque botánico, una reserva o una protectora especial para animales, puedes dedicar un día a visitarlos e integrarte en esa rica biodiversidad. No lo hagas como un turista, con prisas, sin apenas ver nada y dedicándose más a hacer fotos (que con mucha probabilidad no volverá a buscar) que contemplar todo lo que le rodea con sus propios ojos. Hazlo con plena atención y conciencia. Detente en cada camino y observa qué ha cambiado, cómo es de orgánico el entorno que observas, qué elementos predominan. 

  • Cultiva

 Si algo aprendimos en la pandemia, es que podemos crear entornos agradables en nuestra propia casa. No te preocupes si no tienes un chalet con un jardín enorme donde plantar flores y hortalizas. Puedes crear tu pequeño huerto urbano en tu propio balcón, pero si no es lo tuyo, puedes simplemente preparar un rincón verde en tu casa eligiendo las plantas que más te gusten (o las que menos cuidado y maña requieran). Tú eliges. Lo importante es poder recurrir a ese rincón con frecuencia, admirar la vida que contiene, dejar que invada tu estado de ánimo y lo transforme calmando tu estrés diario. Trabajar la tierra (aunque sea en una maceta) tiene un efecto terapéutico y tu bienestar no tardará en mejorar.

  • Sal

 El ejercicio es muy saludable y necesario. Aunque la comodidad de un gimnasio es innegable, trata de practicar actividades deportivas también en el exterior. Hay muchos grupos que organizan eventos puntuales o habituales en espacios al aire libre, por ejemplo puedes buscar clases de yoga en la playa o en el parque, salir de trekking por los entornos de tu ciudad, unirte a grupos de patinaje urbano o apuntarte a alguna actividad náutica que aún no has probado. Además de beneficiarte del contacto con la naturaleza y practicar deporte, puedes conocer nuevas personas afines a ti, tus intereses y gustos.

Toma conciencia de lo que te rodea

Puedes estar en el entorno más increíble y tener la cabeza metida en tus pensamientos y preocupaciones sin percatarte de nada de lo que te rodea. Seguro que alguna vez te ha pasado y solo has “despertado” cuando la experiencia se estaba acabando. Por eso es vital hacer cualquier práctica desde el mindfulness o plena conciencia del momento que estás viviendo.

Imagen de una practicante de yoga frente al sol en la playa durante el amanecer

Tómate unos minutos para desconectar. Puedes sentarte en tu balcón, terraza o simplemente frente a la ventana abierta. Cierra los ojos, respira lenta y profundamente y deja que el aire fresco te llene los pulmones. Toma conciencia de los sonidos que te llegan y solo contempla, no juzgues ni lo que te rodea ni tus propias sensaciones. Todo tiene cabida y todo se acepta. 

Recuerda que no tienes que esperar a las vacaciones anuales para disfrutar de la naturaleza, tan solo debes predisponerte a buscar la belleza en todo lo que te rodea y encontrar los pequeños oasis que hay en tu ciudad o población. El viaje empieza en tu interior y dónde te lleve, decides tú.

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